Hoy es el último día del año. Como es habitual, medios de comunicación de todo el mundo se afanan en publicar sus resúmenes noticieros de lo que ha dado de sí estos doce meses. La mayoría no duda en calificar 2010 como "annus horribilis" en lo que a la economía se refiere, y no les faltaría razón. A un año vista y sobretodo con las últimas decisiones del gobierno, parece cierto que vamos pa'tras cada vez más rápido. Suben los impuestos, sube la edad de jubilación, suben los precios pero baja el poder adquisitivo del currito, bajan los servicios básicos del estado, bajan las oportunidades de desarrollo si es que alguna vez las hubo de verdad en España. Al final tocará hacer la maleta y buscar otros lugares menos amargos donde empezar desde cero, como ya hicieran nuestros abuelos y como han hecho tantos inmigrantes en nuestros días, esos que cada vez más vemos con malos ojos y a punto estamos de criminalizarles por nuestra propia incapacidad de crecer.
No todo ha sido malo! gritarían los acérrimos de la "roja", exacerbada pantalla que nos aprisiona con lo único que puede dar ya la vieja Iberia; el pan y circo. Ya tardan en encontrar un cabeza de turco a quién culpar, visto que no van a hacerlo con los verdaderos culpables. No, a ellos encima les regalan millones públicos para continuar un sistema moribundo a costa de los de abajo. Me da mucha pena de verdad, ver la pobredumbre cívica que se aplatana ante el televisor sin darse cuenta que lo que no hagan ellos por mejorarse no lo harán los demás.... en todo caso los demás harán por mejorarse ellos, como es normal. Luego que no vengan llorando diciendo que mal está todo y que mala suerte tengo. Solo un vistazo al blog de El Periscopio ya es suficiente si se tiene algo de cerebro.
En fin, como apátrida convencido no veo mucho regocijo al que aferrarme. Estamos en medio de una revolución silenciosa pero imparable. La 2.0, y esa será sin duda la marcadora de la próxima década. Yo me apunto. Feliz 2011.
