jueves, 27 de diciembre de 2012

La Guerra de las Lenguas

De vez en cuando me encuentro con artículos y reflexiones que tocan sin tapujos ideológicos temas de mi mayor interés. Que mentir reiteradamente acerca de supuestos ataques al castellano en Cataluña rende beneficios electorales en el resto de la península, es una obviedad. Que la falsa identificación de una lengua con un territorio sirve a unir rebaños de ignorantes, también. Que periódicamente se use este viejo truco para desviar la atención del ciudadano respecto a problemas realmente graves como; la pérdida de poder adquisitivo, la destrucción de empleo neto, la venta de la sanidad pública y el desprestigio del estado por no saber responder a las necesidades públicas, pues desgraciadamente también. La convivencia entre Cataluña y España corre el riesgo de desquebrajarse definitivamente por un concepto primario, casi tribal, de los que son incapaces de gobernar honestamente, por el llamado bien común. Se trata de "nosotros" frente a "los otros", en los que los primeros somos la gente de bien, la gente como Dios manda y los segundos son los raros, los que hablan diferente o tal vez, los que piensan diferente, esos son muy peligrosos para los gobernantes mediocres. 

En este artículo de El País, se explica sin acritud y con cierto guiño humorístico, el proceso que ha llevado a la derecha española (y con ella una docena de mini-partidillos del ala nacional-populista), a usar la diversidad lingüística como arma electoral. Se explica, a ver si nos enteramos,  el éxito social para la convivencia mutua y la progresión laboral que ha supuesto la inmersión lingüística en Cataluña desde hace décadas, y demuestra además con datos precisos, como este modelo no ha supuesto regresión alguna del castellano en ningún ámbito, ni el laboral, ni el educativo, ni en la convivencia. 

La periodista Milagros Pérez Oliva, hace una radiografia de "l'état de tout" y no se priva de identificar a los inductores de este desaguisado. Lástima que los únicos que sufren sean precisamente los moderados, aquellos que creen en la aún posible convivencia entre españoles, vengan de donde vengan y hablen como hablen. Que se lo pregunten a muchos catalanes que han vivido en territorios "monolingües" a ver como de bienvenidos se han sentido. Y es que el odio llama al odio; hace años el independentismo catalán era residual, cosa de idealistas exaltados. Hoy en día y gracias a la "Goebbeliana" política ultra-conservadora como por ejemplo la reciente ley Wert,  tocando algo que funcionaba bien para su mayor glori rédito mediático en la meseta, la aceptación de la independencia de Cataluña ha calado incluso entre ciudadanos de origen castellano. Han conseguido convertir el separatismo en una opción "válida" y aceptable a tenor del panorama actual, con independencia del origen o de la lengua que se use. Hasta para eso es integrador el "seny" catalán.   


Menos mal que en Polònia sabemos reirnos un rato de tanto personaje estridente. Como me gustaría que en otros lares peninsulares hicieran lo mismo. Seguro que viviríamos muuucho más a gusto.